En estos tiempos que corren, tan malos para las librerías, seamos sinceros, renunciamos antes a un libro que a unas cañitas con los amigos, da gusto ver como el esfuerzo de los libreros, los de toda la vida van salvando ese hueco cultural que tanta falta hace en las ciudades.
La lucha es dura: el monstruo de Amazon, los grandes almacenes del libro, el libro digital, la crisis, la piratería... Y aun así hay librerías que se reinventan y luchan.
Es el caso de librería Ibor en Barbastro que ha invertido mucho, incluyendo su tiempo en darle una lavada de cara, y que guapa la han dejado, a su librería de siempre.

Habría que dar un fuerte aplauso a todas esas personas que siguen al pie del cañón, cada día. Bravísimo.