La diferencia entre un buen autor y autor mediocre radica en parte en la forma de narrar. Dickens nos narra de manera soberbia la muerte de una niña... Porque no es lo mismo leer este fragmento de Dickens que leer: la niña, blanca como el papel, exhaló su último aliento ( por ejemplo). 


“Cuando el segundo lote para señoras los tenía pendientes de mi boca, sentí que la niña se incorporaba un poquito sobre mi hombro y que miraba hacia la calle oscura.
—¿Qué es lo que te preocupa, encanto?
—No me preocupa nada, padre. Estoy muy tranquila; pero estoy viendo allá enfrente un lindo cementerio.
—Sí, querida,
—Besadme dos veces, querido padre, y ponedme a descansar sobre el césped tan suave y tan verde de aquel cementerio.

Yo retrocedí tambaleándome al interior del carro, mientras ella descansaba su cabeza sobre un hombro, y le dije a su madre:
—¡Rápido! ¡Cerrad la puerta! ¡Que ninguno de esos que se ríen la vea! ¡Ya no volverás nunca a agarrar a mi pequeña Sofía por los cabellos, porque ha volado lejos de ti!”


Dickens, Charles. "Doctor Marigold"