Tenía muchas ganas de que me gustase Mo Yan...

“Después de unos minutos, levantó el carbón de repente y lo lanzó contra otro trozo más grande para romperlo. En el instante en que se partió, al ruido le prosiguió un aroma intenso, que se expandió rápidamente entre nosotros. Entonces eligió un trozo y Wang Dan otro. Chen Bi lo probó con la lengua, lo degustó mientras movía los ojos, luego fijó la mirada en nosotros; la niña le imitó, probó el carbón que tenía en la mano y también nos miró. Los dos giraron la cabeza a la vez, se miraron al unísono, rompieron a reír y empezaron su aventura, intentando mordisquear un poquito de carbón con los incisivos, con cuidado, hasta que enseguida le pegaron otro mordisco y luego otro, y así continuaron felizmente. La alegría iluminaba sus caras. El narizón de Chen Bi tenía las mejillas encendidas y estaba cubierto de sudor. La nariz de Wang Dan se había ensuciado por el polvillo del carbón. Nos fascinaba el sonido de los mordiscos pero nos atemorizaba verles devorar el carbón. El niño nos dijo en voz baja:
   —¡Venga, hombre, que está delicioso!”

 “Para los que sufren de insomnio, intentar recordar los sueños es lo único que les permite saber si han dormido o no.”

“Me encanta pasear solo por la calle. Mientras paseo puedo recordar lo que he hecho y si no tengo nada que recordar, pienso en algo sin sentido”

Pasaje de: Yan, Mo. “Rana.”