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Hoy os presento a una nueva colaboradora que prefiere permanecer en el anonimato. Es una lectora de 18 años que hace tiempo me dijo que reseñaría para mi blog un libro que le había gustado mucho… Como podéis leer, que pena, los estudios le impiden leer todo lo que ella quiera. Así lo siente ella. No le importa no dormir, no salir con su gente, pero le duele no leer. Algo falla en un sistema que genera pocos lectores de por sí.
La reseña, nuevamente me sorprende la gente joven, me parece muy buena, así como la elección del libro… Sinceramente, lo tengo en casa, tras la recomendación, lo leeré
Muchas gracias por el aporte, misteriosa reseñadora 








Hace mucho que no leo. No tanto como me gustaría.
Voy al instituto, estudio, duermo (poco) y de vez en cuando salgo. Pero sobre todo estudio. Y sobre todo no leo. Me siento media hora al día, a veces sin ganas, porque realmente llevo leyendo y leyendo cosas durante horas. Pero al final, siempre aflora en mí el deseo, y cuando abro la página tengo esa sensación de no querer parar.

El caso es que, después de dos semanas desbordadas de exámenes, he recordado que había prometido hacer una reseña que no llegó nunca, de un libro que, efectivamente, me acabé en Septiembre. De todos modos, ¿por qué no? No creo que nada me apetezca más ahora mismo. Así que, enciendo mi playlist favorita, y cuando comienzan a brotar apaciguadoras melodías lentas de las teclas de un piano, abro el Word y me pongo manos a la obra.

No se cómo empezar sin embargo. Leo reseñas, y leo, y leo... pero quiero darle un estilo propio, y pienso en como empieza todo, el maravilloso día en que me decidí a comprarme este, sin duda, estupendo libro.




Como buena adolescente, lo había visto en algunos “wrap up” de mis youtubers favoritos, y además me gustó mucho la portada, y también el resumen, así que lo cogí en mi biblioteca en cuanto tuve oportunidad.

El libro es La luz que no puedes ver, de Anthony Doerr, una historia de fugaz amor y guerra, intereses, pérdidas, y sobre todo sentimientos en su más congénito estado.

Werner, en el orfanato desde mucho más tiempo del que recuerda, tiene unas insólitas capacidades para comprender la tecnología de la época, lo que le consigue una plaza en el mejor Instituto Políticio – Nacional de Educación de la Alemania Nazi. Lleno de inquietudes, y pese a su temprana edad, se cuestiona todo lo que oye y alecciona su cerebro para separar lo político de lo educativo que conlleva, como su nombre indica, la institución. Pronto destaca, lo cual le lleva, desgraciadamente, al campo de batalla.

Por su parte, Marie – Laure es una niña francesa con fuerte carácter y amplias capacidades: su imaginación inconcebible, su tolerancia, su percepción de las cosas, provienen de la invidencia que arrastra desde los cinco años.



El comienzo de la guerra, hace que ambos recorran duros caminos, que les hacen crecer antes de hora. No obstante, sus inocentes aunque extremadamente inteligentes juicios, nos regalan momentos de felicidad y reflexión que brillan entre tanta oscuridad.

Entonces se cruzan. Mas La luz que no puedes ver no es una historia de amor convencional. Mientras Marie-Laure ve los días de su vida volar durante el asedio de Saint – Malo, Werner cumple órdenes y busca ilegales transmisiones de radio en la zona. Nada podría hacer que estuvieran juntos, y, aún así, el querer se siente, se cuela entre las grietas del sistema: gestos, coincidencias, pequeños favores y apenas palabras, y tan intenso como breve, el caprichoso destino separa sus caminos.

Un relato que te cautiva desde la primera página y que nos permite acercarnos un poco más al sentimiento de crecer en la guerra, que nos conecta de algún modo al pasado y que, al menos para mí, transmite el mensaje de superación, de que el querer está por encima de absolutamente todo lo demás. Y eso da que pensar. Y mucho.

1 comments:

Natàlia dijo...

Me encantó. Una maravilla. La historia y la prosa del autor.
Un beso ;)